Margarita Marcone, joyera
Nada de lo que brilla es oro
Cultiva un estilo tan propio como atrevido e innovador. Una joyería donde se combinan materiales tradicionales con otros insólitos.
Es profesora nacional de Cerámica, egresada de la famosa escuela de la calle Bulnes pero nunca se propuso, seriamente, ser ceramista. Recuerda que le interesaban algunas materias y algunas técnicas como esmaltado que dictaba una figura tan mítica como Werner Ostermann. Quizá por eso después de la cerámica encaminó sus pasos hacia la Escuela de la Joya donde cursó algunos de los cursos que sumados decidirán un título oficial en joyería para el estudiante. No era lo que se proponía Margarita Marcone, que de ella se trata. Ella intentaba de esa manera sumar conocimientos necesarios, básicos para emprender la aventura de diseñar y confeccionar joyas y ornamentos diversos. No le interesaba seguir una carrera formal, sino enriquecer técnicamente una creatividad que después de 20 años en el oficio no deja de generar nuevas ideas. Porque si hay algo que logró Margarita después de ese largo peregrinaje y de un esfuerzo y una dedicación a toda prueba es haberse convertido en una joyera de nota. Su taller en el barrio de Congreso, custodiado por sus fieles malteses, es una prueba cabal del actual momento, de un camino de constante innovación, tanto en la concepción como en la ejecución de las obras. En una vitrina pueden apreciarse anillos, pulseras, colgantes, aros, todos realizados con una maestría singular pero donde lo que distingue son algunos de los materiales utilizados. Pueden ser piedras, maderas, trozos de caparazón de caracoles de colores y combinaciones asombrosas, botones…y mucho más. La creatividad de Margarita es la que manda, la que decide en cada caso que es lo que más conviene, lo que mejor resalta o combina. Y el efecto es, en general, exquisito. Digno de una joya.
Ella sostiene que, en general, no hace joyería tradicional porque se aburre. Advierte que nunca una pieza es igual a otra. No solo por su característica artesanal sino porque no le gusta repetirse. Tiene otras definiciones que la pintan de cuerpo entero. Sostiene que un anillo “es para uno, para mirarlo y admirarlo casi en exclusivo”. En cambio un collar, un colgante “es para los demás. Para que lo admiren los demás”. Por eso cuando diseña joyas a pedido tiene muy en cuenta el deseo del cliente pero a la vez su propia y aguda observación sobre cada detalle y trata de que ambos criterios concilien porque “una joya tiene que ser ponible, tiene que armonizar con quien la luce”. El secreto de su éxito debe pasar por estas enseñanzas asimiladas a lo largo de los años. Pero también ésa es una calidad de ejecución a la que no renuncia, a la elección muy cuidadosa de los materiales y al toque de talento que es innato y que hace la diferencia.
Más información: info@margaritamarcone.com.ar/ margarita.marcone@gmail.com
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